Qué es la sublimación de la nieve
Es un proceso meteorológico que se caracteriza por la transición del estado sólido al gaseoso y sin pasar por el estado líquido. En otras palabras, la nieve y el hielo no se transforman en agua, ya que existen estas situaciones en las que se evaporan en grandes cantidades.
Para que este proceso ocurra tiene que existir algunas condiciones climáticas como la baja humedad, vientos secos y grandes altitudes. Asimismo, es necesario que haya luz solar intensa, zonas con menor presión atmosférica, fuertes vientos y baja temperatura.
A pesar de que la sublimación de la nieve ocurre en todo el mundo, no es un proceso muy conocido. Sucede la sublimación de la nieve en sitios como glaciares, picos de la Cordillera de los Andes o el Everest.
¿Cómo se forma la sublimación de la nieve?
Algunos investigadores han observado que la sublimación ocurre en las regiones costeras de la Antártida. Los vientos que soplan hasta los márgenes del continente reducen la precipitación. Cuando se forma una capa de aire muy seca en el primer tramo de la atmosfera, los copos de nieve cambian de sólido a vapor de agua.
Las altas mesetas del continente tienen vientos fuertes y frecuentes, ya que la capa de hielo antártica es muy plana. De esta forma los vientos pueden ganar fuerza y crear una capa inferior de aire que está saturada por arriba con nieve.

Sobre ello, hay una segunda capa de aire que es aún más seca, por lo que los copos de nieve que se forman en la capa de nubes en lo alto se subliman al pasar por la segunda capa. Esto causa que haya menos precipitaciones al balance de la capa de hielo.
Efecto de la sublimación de la nieve sobre las montañas y glaciares
Cuando hay deshielo de los glaciares o grandes porciones de nieve en los polos, esto contribuye al agua de los ríos. Sin embargo, en las zonas donde existen vientos muy secos y cálidos, así como las demás condiciones para crear la sublimación, se evita por completo la fase líquida del agua.
Esto significa que por medio de la sublimación de la nieve alrededor de un 80% de lo que se iba a convertir en agua dulce pasa a transformarse directamente en gas.